La tecnología y la inteligencia artificial serían capaces de fortalecer al usuario para evolucionar hacia un mundo más éticamente atractivo, siempre y cuando tengamos en cuenta la manera en que las personas implementen la tecnología, pudiendo crear nuevas oportunidades para alcanzar beneficios éticos para la sociedad.
Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inercia lo permitirá ya que debe cumplir las órdenes que éste le brinde, a excepción de que estas entren en conflicto con lo anteriormente mencionado. No obstante, un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando esta protección no se contraponga con lo establecido previamente.
No obstante, los desafíos éticos de la humanidad, se vinculen o no con la tecnología, no son realmente un problema tecnológico, sino social. De esta manera, la tecnología en general, y puntualmente la inteligencia artificial, podría facilitar para empoderar al usuario y colaborar con el avance hacia un mundo más ético, pudiendo repensar la manera en que diseñamos la tecnología y la inteligencia artificial y apoyarnos en ellas para construir una sociedad más ética.