Editorial: Las finanzas descentralizadas, una realidad ineludible 

La digitalización no es un fenómeno nuevo, Internet nos lleva acompañando más de 25 años y son muchos los sectores que se han transformado, también el de la banca y finanzas. En este caso, el impacto no ha sido menos espectacular que en otras industrias como el turismo, el ocio, la música o el comercio.

La banca por Internet ha supuesto todo un cambio de paradigma. Los clientes han dejado de ir a las sucursales, para realizar sus operaciones desde su ordenador al inicio y ahora desde el teléfono móvil. Tanto ha sido así que se cuentan por miles los cierres de sucursales por toda España, lo que incluso ha llevado a protestar a los más mayores, por falta de atención.

Ahora, cuando nos estábamos acostumbrando a esta realidad, está surgiendo otra tecnología que viene a cambiarlo todo de nuevo. La blockchain es una revolución dentro de la revolución que fue Internet. Esta nueva arquitectura computacional transforma la manera de cómo se gestiona la información, de centralizada a distribuida.

Este pequeño cambio, supone una gran transformación en toda la industria financiera e incluso para el sistema financiero en sí mismo. Valga como ejemplo la muy conocida criptomoneda Bitcoin, emitida por un algoritmo que se gestiona en una red entre pares, donde nadie es propietaria de la información y todas las transacciones son conocidas.

De esta forma está surgiendo una multitud de entidades que ofrecen servicios de compraventa de monedas, de pagos nacionales e internacionales, de préstamos y de inversión entre otros. Mención especial merecen las muy noticiables criptomonedas y entre ellas las denominadas monedas estables, que buscan mantener su valor y evitar la volatilidad.

Las finanzas descentralizadas, como se denominan a este conjunto de nuevos servicios, tienen la particularidad de que no existe una autoridad central que las gestione. Esta disrupción tiene muchas implicaciones y reinventa la manera de cómo administramos el dinero, ahorramos y lo prestamos. El futuro está en construcción y de la colaboración público-privada depende la senda que se tome.

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