Desde hace más de dos décadas la digitalización está transformando la manera de cómo nos comunicamos, trabajamos y relacionamos. Si uno echa la vista atrás desde mediados de los años noventa del siglo pasado, ya nada parece ser como era.
Los medios de comunicación, el ocio, los libros, la música y el video, fueron los primeros en sentir desde su inicio la ola de la digitalización. Desde entonces muchas otras industrias se han transformado, como por ejemplo, la banca, el transporte y el comercio.
Cuando parecía que nos estábamos acostumbrando, ahora de la mano de nuevas tecnologías transformadoras, como la Inteligencia Artificial, el 5G, el IoT, la computación en la nube y la blockchain, estamos viviendo una revolución dentro de la que ya supuso la de Internet, pero casi que es de mayor impacto.
Efectivamente, si nos centramos en la blockchain, tenemos que decir que la Internet distribuida, además de mejorar la gestión de los datos, está cambiando la arquitectura de Internet, dando nacimiento a la Web 3, término acuñado por Gavin Wood.
Blockchain es mucho más que Bitcoin, reconociendo que la criptomoneda creada por Satoshi Nakamoto, es merecedora del premio Nobel de Economía. Esta tecnología nos está llevando de la Internet de la información a la Internet de valor.
No pretendo en esta breve editorial profundizar mucho más en el tema, ya que requeriría un reflexión mucho más prolija, sino más bien agitar la bandera roja de alerta, para compartir que estamos en el albor de una cambio de era y que otra vez, nada va a ser igual.