Editorial | Cuando la transformación digital toma las fábricas

Por David Cierco, director ejecutivo de la Fundación Alianza Digital 2030

Pensar que algún día trabajaremos mano a mano con un robot como lo hacemos hoy con el compañero de trabajo que está a nuestro lado parece más sacado de una película de ciencia ficción que de la realidad misma.

Vale, puede ser que la industria del entretenimiento exagere o se adelante años a lo que realmente pasará en el futuro cercano, sin embargo, ya empezamos a ver cómo la llamada Cuarta Revolución Industrial, marcada por la integración de los sistemas tecnológicos, físicos y virtuales, comienza a expandir sus raíces en el tejido productivo de España y del Mundo. 

Esta unión entre las tecnologías inteligentes y los procesos de producción está creando una verdadera “fábrica inteligente” capaz de aportar flexibilidad e individualización a la producción, cuyo impacto va mucho más allá que en la manufactura. Sus efectos también se sentirán en la forma de hacer negocios, la relación de la empresa con sus clientes, las capacidades que se requerirán de los trabajadores e incluso la aparición de nuevos productos y servicios. 

Para ello, serán claves las tecnologías que han estado en boca de todos en el último tiempo: el Internet de las Cosas, el Big Data, la Inteligencia Artificial. Éstas le permitirán a las fábricas reunir toda la información que generan cada segundo las máquinas y la organización y aprovecharla al máximo, procesarla, analizarla y tomar decisiones objetivas por sí mismas para actuar de forma autónoma. 

¿Qué veremos en la Industria 4.0? Máquinas manejadas a través de smartphones, fabricación y gestión conectadas para un funcionamiento automatizado y centralizado, toma de decisiones en base a datos e indicadores, copias digitales de la fábrica sobre las cuales probar cambios o innovaciones, robots reemplazando a los trabajadores en el trabajo manual, y muchas otras innovaciones. 

Gracias a todo lo anterior, las empresas serán más receptivas a la demanda y necesidades de sus clientes, más flexibles para personalizar sus productos, más eficientes en su producción y, por lo tanto, más competitivas. Sin embargo, todo cambio trae desafíos. 

El atraso tecnológico de una gran cantidad de empresas que aún no comienzan con la transición digital resultará en que muchas de ellas, si no se esfuerzan por digitalizarse desde ahora, no lograrán sobrevivir. Lo mismo pasará con las personas. La Industria 4.0 requiere de personal capacitado digitalmente. Para quienes no lo estén será difícil mantener empleos en lugares que avanzan en tecnología. 

Es por eso que la llegada de los fondos europeos viene a dar un impulso que no debe desaprovecharse, ya que cerca de un 30% de ellos está destinado a la digitalización, con medidas que incluyen el apoyo a las pymes y el emprendimiento, la modernización de la industria, la promoción de la innovación y la capacitación digital de los trabajadores. En este sentido, la colaboración entre el sector público y privado será clave para lograr una transición digital que sea sostenible e inclusiva como la que se promueve desde la Fundación Alianza Digital 2030. 

La tecnología tiene el potencial de hacernos crecer como los involucrados asegurarse de que nadie quede atrás y de que la transformación digital muestre todos los beneficios que es capaz de ofrecer. 

Deja tu comentario